Una alfombra tiene muchas funciones, decorar un salón, evitar el contacto con el frío suelo, delimitar ciertas zonas… pero el gran inconveniente es la dichosa gravedad y de las manchas, no se libra ninguna.
Una cucharada de glicerina disuelta en un litro de agua fría es fenomenal para las manchas de café o té en una alfombra.
Pero si las manchas son de cerveza o vino, aplica una solución de agua tibia con una pequeña cantidad de detergente en polvo y luego lávalo, mezclando una cucharada de vinagre con medio litro de agua, dejar secar y quedará… ¡¡ Como nueva !!.